jueves, 13 de octubre de 2016

Reportaje sobre el 50º Aniversario del Festival Vilar de Mouros 2016 - 4ª Parte/4


Sábado 27 Agosto

A priori, la última jornada parecería la más rockera de todas, aunque hubo alguna que otra sorpresa, como no podía ser de otra manera. Samuel Úria sería el encargado de la difícil labor de abrir la última tanda de conciertos, el sábado 27, sobre las 19:00 h. De hecho, la banda para alguna canción, se usaban tres guitarras, además de la sección rítmica, percusión y coros. Un potente acompañamiento instrumental, incluso con algún mensaje reivindicativo, aunque también habría momentos, para la pausa y por tanto, canciones que nos harían experimentar sensaciones que denotaban un intimismo más marcado y profundo. Sobre todo, en el plano solitario, cuando Samuel Úria, recurría práctica y precisamente tan sólo con su guitarra vintage Gibson en mano o la electroacústica, a la hora de encarar temas, que ahondaban en interioridades del ser humano o visiones más personales. Hubo bastante afluencia de público, para ser el primer artista de la jornada en abrir y además, en líneas generales, se sabían bastante bien las letras de este músico portugués. Que además, de desenvolverse bien en el ambiente del rock alternativo, es compositor y escribe letras para artistas de otros estilos más próximos al fado y la canción tradicional como António Zambujo, Ana Moura o Kátia Guerreiro.
Hubo un cambio en el cartel y había cierta confusión, con los horarios y los propios artistas, a eso de las 20:00 h. Mientras, hubo público que asombrado no paraba de preguntar que quien era el chico que acompañado, por otros músicos ataviados con vestimentas tuareg, estaba desplegando todo su arte en tierras lusas, que no era otro que Bombino. Yo particularmente, estaba alucinando con su tremenda actuación, de hecho era uno de los artistas a los que venía a ver fijo y disfrutar de su propuesta musical sí o sí. Y la verdad, que no me equivoqué. Por una vez, la fama antecedió con todas las de la ley a este gran artista africano, natural de Agadez, Níger. Ya sólo el hecho, de presentarse con esos atuendos tan coloridos y exóticos al más puro estilo tuareg, tanto Bombino, como su banda acompañante, era un espectáculo en sí mismo. Si a ello le añades las de sabores y matices, gracias a la fusión de la música africana, con ritmos blues y rock, entonces hacían de los condimentos perfectos, para aderezar una de las mejores actuaciones del festival, sin entrar a valorar de quien pueda tener mayor o menor trayectoria o galardones. Porque todo esto es subjetivo y más para alguien como Bombino, que emana humildad y grandeza a partes iguales. Bombino es un músico excepcional en el manejo de las seis cuerdas, fusiona como hemos especificado el blues y la escala pentatónica la injerta, como quien no quiere la cosa en la música tradicional tuareg, haciendo más que justificado el apelativo del “Jimi Hendrix de África”, aunque sin rubor, para mí es “otro” Jimi Hendrix, es un gran talento por sí mismo, un genio y portento con la guitarra. A la cual, sabe sacarle todo el partido habido y por haber, con escalas vertiginosas y solos rockeros; además de los fraseos, cuando toca templar en medios tiempos, que se van transformando, poco a poco, a veces, en saltos endiablados en el mástil, hacia de nuevo, rapidísimos solos. Omara Moctar, tomó su nombre artístico de Bombino, precisamente por el tema central de la película documental “Agadez, la música y la rebelión”. Y bastante de ese espíritu rebelde y mensaje combativo, tiene su música. Una música, que aunque universal, las letras están escritas en lengua de la familia bereber y tuareg, denominada tamasheg, para difundir y reivindicar este dialecto del Níger. Uno de los temas más bailados en el festival, del repertorio de Bombino, fue la ejecución de “Agadez” que también dio título genérico al álbum publicado en 2011. Al igual, que en la primera actuación, en poco tiempo se llenó con bastante público el recinto. Y posiblemente, gran parte de ese público estuviese descubriendo a Bombino por vez primera, corroborándolo como el triunfador moral del festival, entiéndase a modo de revelación. Incluso, dejando la anécdota de la interminable cola, la más numerosa, que se formó en el stand oficial, donde se podían comprar sus discos en formato vinilo y CD. Un gran músico, que lleva ya bastante tiempo, paseando su arte por escenarios internacionales, llegando a publicar discos en USA y abriendo conciertos para la gran voz de la legendaria banda Led Zeppelin, Robert Plant o el gypsy punk de Gogol Bordello. Un excelente artista, que gracias a su gran talento y al poder de la música, está dando a conocer la cultural tuareg y la idiosincrasia e identidad de su pueblo, al mundo entero. Un artista, que está llamado a figurar entre los grandes de la música.

Tras la sorpresiva y apabullante actuación de Bombino, pasadas las 21:00 h. aparecería en escena, Tiago Bettencourt, un cantautor luso, en la línea de guitarras elegantes y canciones muy melódicas, con ciertos toques pop, muy pareja al resto de propuestas de la escena portuguesa más novedosa. Pero era la noche del rock y las guitarras de sonidos más afilados y punzantes buscaban cobrar más protagonismo y el público portugués estaba deseando ver en directo a los escoceses The Waterboys, a lo cuales les llegaría el turno a partir de las 22:45 h.

Con la banda The Waterboys el rock cogió de nuevo el testigo de la iniciativa, fueron incluso, presentados por miembros de la organización, como una actuación muy esperada y especial, ya que en Portugal, guardan muy buenos recuerdos y su música tuvo un éxito más que aceptable. Siempre que presentaron sus trabajos en giras por tierras lusas, consiguieron el cariño y reconocimiento del público. Un rock que siempre estuvo impregnado de música celta, música folk, también muy influida por sus otros miembros irlandeses e ingleses, que aportaron su toque personal. Mike Scott interpretó los temas dándole ese sentimiento tan blues o country rock, según terciara y que sabe proporcionar desde canciones más movidas como “Still A Freak” o “Medicine Bow”. Los teclados y bellas armonías, entraron en juego para tocar la tremenda y dramática “A Girl Called Johnny”. Hablando de teclados, ver actuar a Brother Paul Brown, es todo un espectáculo en sí mismo, como vive sobre el escenario, cada una de sus notas. Otras estupendas canciones fueron “We Will Not Be Lovers”, en donde el violín eléctrico de Steve Wickham, jugó un papel fundamental, en el desarrollo del tema. Con el tema “Nashville, Tennessee”, sacaron su vena más country, por alusiones obvias a la cuna de la música folk norteamericana por excelencia. Otros temas interesantes e importantes del repertorio de Waterboys, que tocaron la noche del 27 de agosto, fueron “Long Strange Golden Road” o “Glastonbury Song”. Pero sin duda, uno de los momentos más simpáticos y movidos de la actuación, fue cuando se atrevieron con el famoso tema de Chuck Berry “Roll Over Beethoven”. Sobre todo, cuando el violinista Steve Wickham se arrancó a bailar el “duck walk” o paso del pato con los guitarristas. Para ir acabando la estupenda actuación, también tocarían algunos de los mejores temas de su carrera, prácticamente despidiéndose con “The Whole Of The Moon” y el precioso tema “Fisherman’s Blues”,  que fueron los elegidos para tal cometido.

Tindersticks aparecieron en escena pasados unos minutos con respecto a la hora de las meigas o brujas, que por tercera vez, esta vez iría a la vencida y no acompañó para nada; al contrario que las mágicas actuaciones, que espolearon a público y artistas en un feed back inigualables. Que ofrecieran en noches anteriores el genial Peter Murphy y el enérgico David Fonseca. Para mi gusto, fue de nuevo un cambio bastante brusco Lo que también podría denominarse, un cambio de tercio bastante abrupto, incluso entre la gente de la prensa, costó asimilar algo así. Otra vez de nuevo, hacia aparición un músico demasiado melódico, para un evento, que ya estaba bastante caldeado, por buenas apariciones rockeras, quizás en otro momento, no hubiera creado un contraste tal, que ya digo en líneas generales se respiró cierto rechazo en el ambiente, salvo el público más fan. Siempre está la excepción, el o la irreductible, incondicionales al fin y al cabo. Tindersticks practicaron una música indie pero más que orientada al rock, su orientación es hacia un pop muy melódico. Pudimos intuir en sus temas, arreglos de jazz o soul, pero eso no mejoraba la opinión generalizada, tras actuaciones donde las guitarras bramaron tempestad. Los británicos ejecutaron temas conocidos a nivel internacional como “We Are Dreamers!”, ”Were We Once Lovers?” o “Hey Lucinda”. También, el conocido en el ambiente disco e indie, el cover del grupo Oddissey, “If You're Looking for a Way Out”.

Afortunadamente, la guinda a estos tres estupendos días en líneas generales, estaba a punto de aparecer en escena, sobre las 2:00 p.m. Blasted Mechanism, la banda portuguesa, de amplia trayectoria, que sumaban dos décadas, desde su nacimiento como grupo de rock alternativo en 1996, con diversas influencias. Entre las que destaca sobremanera, la música electrónica. El aspecto era de unos extraterrestres o versión actualizada de lo que en su día quisieron provocar Kiss o The Residents, sin olvidarnos a grupos como Gwar, eso en el concepto estrictamente visual, de disfraces y teatralidad. Pero, en el aspecto musical, bien podrían recordarnos a bandas como Prodigy o Asian Dub Foundation. Por aquello, de fusionar sonidos electrónicos como drum and bass con el reggae, pero también cierto ramalazo oriental, de hip hop y hasta ciberpunk. Las guitarras distorsionadas, más propias del metal y ritmos tribales también dieron mucho juego a esta banda, que a pesar de las horas, el cansancio acumulado de los tres días y la temperatura, extremadamente fría, que no acompañaba, invitaba a bailar sin parar, era imposible estarse quieto. Porque independientemente, de lo estrafalario o extravagante, que pudieran parecer sus disfraces, que les conferían un aspecto a medio camino entre insecto y alienígena, como salidos directamente de la imaginación de H.R. Giger. Son muy buenos músicos y temas que llevaban implícitas reivindicaciones y mensajes de lucha, así lo avalaban. Es una banda que está sensibilizada con los movimientos sociales surgidos en los convulsos últimos tiempos, lo que podríamos denominar el “15 M portugués”. Un buen ejemplo de gran tema sería “Blasted Generation”.  Otros temas que condensa la filosofía de la banda lisboeta son “Start To Move” o “Battle Of Tribes”. Ver a los miembros moverse y desenvolverse con sus respectivos instrumentos fue todo un espectáculo. Los miembros de Blasted Mechanism: Ghitshu (voz), Valdjiu (guitarra), Ary (bajo), Syncron (batería), Winga (percusión) y Zymon (guitarra, cítara y teclado) no pararon de bailar y demostrar su buena valía como instrumentistas. Está claro, que habrá que seguirles muy de cerca la pista a esta interesantísima formación extraterrestre, antes que decidan viajar a otros mundos. Guinda, broche, cierre especial, cualquier palabra o expresión se queda corta, para describir las sensaciones, en general buenísimas, tras algún que otro altibajo, probablemente evitable, pero que es prácticamente imposible que no tengan lugar, a lo largo de tantos días y entre tantos artistas y géneros en liza. El 50º Aniversario del Festival decano de Portugal, no sólo cumplió, sino que rebasó las buenas expectativas depositadas en el mismo y ojalá se pueda seguir organizando, porque lo tendremos muy presente, como un gran festival referente en el continente europeo, ¡larga vida al Vilar de Mouros Fest! ¡Muito Obrigado!

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